jueves, 8 de enero de 2015

Ser Creativo

El pensamiento creativo te puede llevar a donde la mente analítica y sintética por sí misma no llega. No porque no pueda; Simplemente es así porque no es esa su función. La mente lógica ordena, acomoda, trae a la memoria cosas vividas, se comunica a través de ellas, capta el exterior y el interior presente. Pero su máxima capacidad está en hacer posible lo que hasta ahora no existe, pero puede existir por simple motivo valorativo, capricho, por necesidad o por las dos o tres juntas.

No siempre estarás dispuesto a enfrentar un reto creativo. No siempre tendrás ganas de crear cosas. Pero la inspiración debe seguir un ritmo, un compás marcado por sonidos y atenuado por silencios (trabajos y descansos). Debes atreverte a pasar por el silencio, el no producir nada, el no dejarte influenciar, el escucharte hasta el punto de decir ¡basta! ¡Eso ya lo aclaré (al menos para mí mismo)! y comenzar a escuchar el silencio. Es como arrojar todos los colores sobre la pared y ver en las manchas lo que deseas ver. Y ahí aparece con claridad que liberarte es dejar de ver partes salpicadas para contemplar el todo de tu persona en la percepción momentánea de la vista. Sólo dura unos segundos, y se va. Ojalá fuésemos lo suficientemente efectivos para apagar la cabeza y ver el todo, como ver las constelaciones en la noche y decidir cuanto tiempo quedarte bajo éste hermoso cielo. 
Pero nos atan los apuros y nos exigen los tiempos. Los deberes reclaman resolverse. ¡Y menos mal que es así! Ellos nos devuelven a lo real. Las fantasías son inevitables, déjalas pasar surgen de la nada y se esfuman. No te dejes atrapar por la fantasía, te enfermará y creará en vos la posibilidad de jugar eternamente, de no abandonar nunca tu faceta infantil sin tiempos.  
Pero el momento creativo no está para ilusionarte. Sino para motivarte. 
El momento creativo te abre a la posibilidad de lo nuevo con lo conocido pero que visto desde otro ángulo es completamente nuevo, dicho de otra forma es totalmente nuevo.
Parecerás un estúpido entusiasmo contando lo que ya todos saben, es un riesgo al ridículo, pero cuán felices nos hace un poco de buena inocencia, de indeterminaciones espaciosas, no de anarquías morales, sino de la belleza de respetar lo sagrado de las cosas.
Cada cosa en su forma y color es sagrada, es altamente atractiva. Por eso, cuando descubrimos algo que resalta a la vista nos enamoramos de aquello que brilla. Como la graciosa urraca, aquella ave que se encanta con los brillos de los objetos somos quienes buscamos de entre la selva el tesoro escondido.
El motivo está hay, simple pero efectivo a la necesidad de brillar y dejarse contemplar por quienes saben mirar de verdad, los admiradores del silencio, de la pausa, de la charla y el mate.

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